Reforma del Fuerte de Crismina
Crismina es uno de los tres fuertes que se conservan del siglo XVIII, que constituían la antigua línea de defensa de la costa de Cascaes. Esta estructura fortificada articula un espacio vacío central, cercado por murallas, en parte deterioradas por la erosión del viento y otros fenómenos atmosféricos. Los muros, de diferentes alturas y espesores, definen un polígono irregular. La estrategia de intervención consistió en la restauración de los muros y en la construcción de un espacio polivalente para eventos culturales.
La zona presenta especies vegetales inusuales, entre las que se encuentran algunas endémicas, como la Armeria pseudoarmeria o la Armeria welwitschii. Respetar este entorno de acantilados rocosos, playas de arena y pequeñas playas de guijarros era de suma importancia para el proyecto.
El nuevo volumen alcanza la altura máxima de los muros que lo rodean. De este modo, se mantiene la escala volumétrica existente, conservando su carácter de mirador en diálogo con el imponente entorno natural. El espacio exterior entre el edificio y los muros perimetrales consta de tres patios descubiertos: el primero orientado al sur; el segundo al este; y el tercero al oeste, hacia el océano Atlántico.
Además, el terreno presenta salientes para halcones peregrinos, águilas de alas redondas, búhos y aves migratorias. En este contexto, el proyecto se centra además en la intervención paisajística y recuperación de zonas sin cubiertas vegetales y antiguos senderos.
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