Casa Prisma

La pendiente del terreno pasa libre bajo los pies de la terraza desde donde se ve el río de lava muerto que, como un fantasma, recuerda la última explosión del Volcán Llaima.

Sobre esa plataforma he instalado la Casa Prisma de Kazuo Shinohara de 1974 –o lo que queda de ella–, y la Habitación construida en Chiloé en 1997 –o lo que queda de ella–. 

De la Casa Prisma intenté repetir su aire basado en su esquema geométrico estructural. 

Su famosa fachada lateral –un triángulo isósceles rectángulo apoyado en el suelo– y su exquisito puntal interior de madera en diagonal –que al igual que tantos otros soportes de las casas del arquitecto japonés ordena el espacio estorbando en una posición fuera de lugar, son las señales de aquella incómoda geometría.

La exclusión de la toma fotográfica de la fachada longitudinal y la de los dormitorios en sus publicaciones, me hace suponer que para el arquitecto el corte en 45° del volumen y el puntal eran en esencia la Casa Prisma. 

Copié la sección estructural de 7,20 metros de la casa original, pero reduje su largo de 10,8 metros a 7,20 metros. 

De esta manera, la Casa Prisma que construimos frente al Volcán Llaima en Chile es efectivamente una sección de cubo, y se acerca al supuesto ideal de Shinohara expresado en sus fotografías y alejándose de la realidad de la Casa Prisma construida en Japón, siendo solo la construcción del trozo fotografiado de ella. 

De la Habitación repetí la última ampliación ejecutada en ella, una estructura de acero galvanizado que sostenía una carpa roja en el bosque chilote.

Llevamos su sección a un triángulo isósceles de 7,20 metros de lado para acompañar de buena manera el tamaño de su vecina. Repetimos su aire informal y la idea de crear solo un gran dormidero. 

Interpretar es fingir hacer otra cosa con lo mismo y eso no me interesa. Por esta razón estos dos prismas prefabricados no constituyen un ejercicio de interpretación. En realidad, la  casa es un ejercicio de repetición, y repetir es hacer algo por segunda vez, a pesar de que los dioses se enojen y nuestros intentos sean siempre fallidos.

 

Smiljan Radic

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