Casa Las Trancas
En el centro de la barra, y modulada de la misma manera en triángulos de acero dispuestos cada 3 metros, descansa una cubierta inclinada que favorece la mediación con el clima, al tiempo que protege y aporta aire a los programas públicos con un vacío en doble altura. Por otra parte, también contiene los dormitorios del segundo nivel en calidad de espacios privados.
De esta forma, la casa propone un sistema regular, simétrico y ordenado, que contrasta con un entorno irregular y aleatorio en términos de topografía y arborización. Una nave racional que expresa su estructura y su módulo a través de un sistema incremental, que separa lo artificial de lo natural y que, sin embargo, busca fundirlos al entrecruzar los ritmos, sombras, opacidad y colorido del paisaje con la secuencia constante, plana y oscura del proyecto.
La trama continua, protegida por el amplio techo a dos aguas, actúa como un bloque metálico y duro con un interior de carácter ameno y cálido. Por fuera, está totalmente envuelta en una piel metálica plegada en obra, que sólo descubre su esqueleto haciéndolo evidente y expresándolo en su ritmo regular, además de permitir las interacciones con el clima de montaña, que presenta temperaturas de frío extremo, acumulación de nieve y caída constante de lluvia en invierno, a lo que se suma el calor y el asoleamiento constante del verano. Por otra parte, todo el interior del proyecto (pisos, muros y cielorrasos) está revestido por un machihembrado de madera de pino, que lo protege de las exposiciones directas y construye un espacio abierto, mono material y continuo en el corazón del área social de la vivienda.
En términos programáticos, los extremos bajos alojan los espacios exteriores protegidos de servicios y terrazas, dejando el acceso por el centro de la casa, para luego separar a cada lado de la nave los recintos públicos (quinchos y sala de estar) de los privados (dormitorios). Es para estos últimos que el proyecto inserta dos grandes lucernas que cubren la altura completa de la cubierta, y abren la luz y las vistas de las piezas superiores, alineándose al centro de cada grilla. En el primer nivel, la barra se hace traslúcida en módulos completos a lo largo de sus distintos programas, de forma tal de graduar su luminosidad, buscar las vistas del paisaje y del volcán, y contener su interioridad regulando las zonas abiertas.
Por último, y en lo que respecta al clima, el proyecto construye un paquete aislado continuo entre piso, muro y cielo, que resguarda de los cambios extremos de temperatura, además de una franja que se separa del suelo a través de sus apoyos para generar un mínimo contacto con este, evitando alterar el terreno natural y resolviendo la cuestión de la acumulación de nieve y el escurrimiento de agua. Para su ventilación, la barra genera corrientes transversales a través de sus aperturas, que se enfrentan de a pares a lo largo de la casa por cada uno de los programas.
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