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Capital Agricole

Desconcertados por la crisis ambiental y preocupados por su alimentación y salud, los habitantes de la ciudad vuelven a considerar la agricultura como un nuevo potencial. Sin embargo, la visión ideal que tienen de esa práctica ancestral resulta difícil de proyectar frente a las dinámicas de la ciudad contemporánea. En este sentido, la muestra “Capital agrícola” recupera los vínculos cualitativos entre la producción agrícola y la producción urbana, entre lo cultivado y lo habitado, entre la ciudad y el suelo.

La planificación urbana iniciada a fines de la Segunda Guerra Mundial estableció relaciones jerárquicas entre lo urbano, la naturaleza y la agricultura que conllevaron a un inevitable “estancamiento ambiental” actual. La planificación también incidió en la destrucción del rico patrimonio agrícola de Île-de-France de fines del siglo XIX, liderado por agricultores “especializados” que idearon otros cultivos para alimentar a París, preservando al mismo tiempo la fauna y la flora. En torno de este enfoque relegado de la agricultura urbana se reunieron arquitectos, urbanistas, agricultores, ecologistas, ingenieros, empresarios, historiadores, geógrafos, sociólogos y, junto a la agencia de arquitectura SOA, consideraron el desarrollo de nuevos modelos híbridos.

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Un territorio complejo: tradición – modernidad – actualidad – Ilustración  Yann Kebbi

En el texto de presentación de “Capital agrícola”, Augustin Rosenstiehl, curador científico invitado y socio fundador de SOA, expresa la necesidad de restablecer el estado de equilibrio del planeta frente al impacto de las actividades humanas. Nuestras acciones cotidianas actuales exceden el marco urbano en el que nos movemos y tienen repercusiones a escala mundial. La escala de acción que aborda el urbanismo moderno al tratar de organizar las funciones dentro de un territorio no constituye una respuesta viable para un equilibrio duradero. Ante este panorama, Rosenstiehl plantea las siguientes preguntas:

¿Cómo definimos la naturaleza que integramos o a la que damos lugar entre lo construido como un intento de detener la caída o la desaparición de especies animales o vegetales indispensables para nuestra vida? En la actualidad, esta naturaleza se traduce en espacios verdes, parterres, césped, muros verdes: es decir, una naturaleza destinada al ocio o puramente ornamental. ¿Deberíamos devolver parte de nuestro territorio a una “naturaleza salvaje” libre de nuestra presencia?

 ¿Cómo es posible que la agricultura actual, a la que se le exige el máximo nivel de producción pero que practicamos lejos de toda vida colectiva y que reconocemos como una de las actividades más contaminantes se haya convertido en algo tan ajeno a la naturaleza?

A través de un recorrido cronológico y temático, “Capital agrícola” guía al visitante a través de la historia y el futuro de la agricultura de Île-de-France. Prospectiva y comprometida, revela los vínculos principales entre la ciudad, la naturaleza y la agricultura que, más allá de sus oposiciones, constituyen las claves de un nuevo urbanismo agrícola.

Promiscuidad – El Auge del Mundo Rural (1870-1930)

A fines del siglo XIX, el crecimiento demográfico ocasionado por el éxodo rural dio lugar a la aparición de dos tipos de paisajes agrícolas en Île-de-France: las tradicionales mesetas de cereales (hoy saturadas) y las llanuras y valles de los suburbios parisinos, habitados por los hijos de obreros o campesinos inmigrantes que desarrollaron la agricultura hortícola más culta de la historia.

En este paisaje agrícola, la naturaleza es “lo que queda”: un bien esencialmente común –aunque la mayoría de los bosques sean privados–, un recurso complementario, no cultivado sino explotado y por ende constantemente regulado.

Estas interrelaciones hacen de la agricultura, la naturaleza y la ciudad un entorno continuo. Como solicitante agrícola, el área urbana ofrecía instalaciones de procesamiento –mataderos, curtiembres, molinos… –, ¡incluso alberga 80.000 caballos y 5.000 vacas! Los agricultores recogían todo tipo de basura para enriquecer las tierras suburbanas. Estos “especialistas”, con sus edificios, infraestructura y segmentación, inventaron antes que nadie una forma ejemplar de “planificación urbana”, que surgió de manera espontánea alrededor de 1870, pero que fue erradicada luego de la Segunda Guerra Mundial.

Zonificación – El Ideal Urbano (desde 1930)

El período de posguerra trajo consigo una metamorfosis de los suburbios agrícolas. El urbanismo que surgió entonces, puesto en práctica bajo el impulso de la Carta de Atenas (1933) y el pensamiento de Le Corbusier, se proponía reorganizar los paisajes y la vida humana. Los cultivos especiales eran considerados remanentes arcaicos de un mundo terminado.

Hacia 1950 tuvo lugar una primera ola de urbanización masiva llevada a cabo a través de complejos de viviendas con el fin de resolver la crisis habitacional. Sin embargo, para compensar la falta de equipamiento, las nuevas “ciudades dormitorio” iban acompañadas de una nueva forma de naturaleza: los espacios verdes que poco a poco invadían áreas enteras de cultivos especiales. La segunda ola fue liderada por Valéry Giscard d’Estaing (presidente de Francia de 1974 a 1981): “la Francia de los propietarios” condujo a una proliferación de pabellones unifamiliares con jardines que sustituyeron las últimas parcelas cultivadas.

A partir de 1962, la Política Agrícola Común se propuso hacer de Europa el primer exportador agrícola. La región de Île-de-France se consagró a la exportación de cereales para un granero mundial. La política de concentración parcelaria redefine los usos de la tierra para convertirlas en grandes campos que dan rédito al trabajo mecanizado. Arboledas, árboles, setos y, con ellos, caminos, refugios, chozas, viviendas y pequeños edificios agrícolas desaparecen. En solo tres generaciones, la reconstrucción moderna no solo amputó al mundo agrícola de su función de regulador del entorno vital, sino también de su carácter urbano, situándolo fuera del destino ideal de la ciudad.

Utopías – Visiones radicales (1930-2016)

Utopía, el libro del irlandés Thomas More publicado en 1516 presenta una sociedad que responde a un problema surgido en Inglaterra en el siglo XVI, la cuestión de los “cercados”: condados que pasaron de un régimen agrícola comunitario a un sistema de propiedad privada que perjudicó al mundo agrícola. De la agricultura y de su uso común nació la primera utopía.

La planificación urbana moderna generó un pensamiento sobre el terreno que llevó a la globalización. Para los nuevos utópicos, el mundo era una arquitectura en sí misma y la utopía sin lugar se convirtió en un superlugar. El concepto de antropoceno revelaba que la actividad humana era una limitación geológica determinante. Una ideología defendía el planeta como un recipiente limitado, la otra como un recipiente infinito.

1930 – Frank Lloyd Wright – Broadacre City

El hábitat, la agricultura y la naturaleza se redistribuyen en cada parcela familiar, pequeñas unidades de un acre. Algunas parcelas grandes están reservadas para los equipos que realizan las funciones colectivas.

1935 – Le Corbusier – La Granja Radiante Y el Pueblo Cooperativo

Cada pueblo cooperativo (punto blanco) conecta unas pocas granjas radiantes (punto negro). Si cada pueblo está directamente conectado con la ciudad por un sistema de rutas, no están conectados entre sí.

Plano de ubicación con representación gráfica de granjas y caminos, reorganización agraria, granja y pueblo radiante, sin lugar., Le Corbusier, s.d., Tinta china sobre capa gruesa, 117 x 93 cm, París, Fondation Le Corbusier, fotografía  Albin Salaün. FLC / Adagp

1976 – Yona Friedman – Cómo Habitar La Tierra

La relación entre ciudad y agricultura se ha replanteado con el propósito de compartir recursos a escala mundial: una agricultura cercana a la naturaleza en zonas templadas, y urbana en zonas calurosas.

Capitulo10 “Réorganiser la Terre”, en. Yona Friedman, Comment habiter la terre, 1976.

1995 – Andrea Branzi – Agronica

Las funciones agrícolas, urbanas y naturales están estrechamente entrelazadas a pequeña escala para formar un sistema continuo y cambiante.

Fotografía de la maqueta, proyecto no realizado, Andrea Branzi, 1994-1996, vidrio, plástico, metal y madera, 145 x 208 x 208 cm. Studio Branzi76.

2016 – Albert Pope – New Corktown

La ciudad está totalmente reconstruida en madera y los espacios libres de construcción están dedicados a la silvicultura.

New Corktown, proyecto de reorganización de la ciudad de Detroit presentado en el American Pavilion de la Bienal de Venecia Albert Pope, Jesus Vassallo, 2016. Albert Pope
Cara A Cara – La Naturaleza en Crisis (en la actualidad)

Frente a la crisis ambiental, la tendencia actual es hacer de la naturaleza un santuario y preservarla de las acciones humanas, despojándola del mundo agrícola, que siempre ha negociado recursos gracias a su profundo conocimiento de los seres vivos. La población urbana tomó el relevo, armada con nuevas tecnologías, pero carente de conocimientos ancestrales.

Por fortuna, los pioneros están reconstruyendo los eslabones perdidos. El artista Sylvain Gouraud, en contacto con los nuevos habitantes de Île-de-France, ha revisado las interacciones específicas de los mundos en los que viven, revelando los problemas sobre el terreno y sin un a priori. Su enfoque íntimo permite captar la complejidad de los usos de la naturaleza sin pasar por el prisma moderno que se opone a la naturaleza y a la cultura.

Compartir/Repartir – Planificación Urbana Agrícola (Mañana)

Partir de lo existente significa hablar de zonas urbanas homogéneas. Los conjuntos de viviendas ocupan grandes superficies de suelo: ¿la actividad agrícola intensiva podría enriquecerlos? Las zonas generalmente deshabitadas a lo largo de los accesos a las ciudades generan grandes espacios inactivos: ¿se podrían cultivar y dedicar a la transformación de cultivos? ¿Los incontables jardines cerrados de las casas unifamiliares –a diferencia del movimiento de los “cercados”– pueden ofrecer un rizoma continuo de senderos y cultivos? Y ¿no es probable que las propias zonas agrícolas alberguen viviendas?

La granja es la columna vertebral de esta transformación. En el futuro, podrá reestructurar una red local y un espacio público, conectar la ciudad con el campo y garantizar la fluidez entre París y la Île-de-France. Su arquitectura y programación deben plasmarse en su forma y combinar las funciones de un centro urbano, al igual que los centros comerciales actuales.

En esta línea, Pierre y Rémi Janin, arquitectos, paisajistas y criadores, pioneros del urbanismo agrícola, nos muestran cómo recuperar los suelos de Île-de-France e imaginar una tipología de granjas, nuevas o rehabilitadas.

Rencontrar el suelo – Recrear el suelo: producción de una variedad de 4000 plantas aromáticas en cultivo hidropónico sobre los tejados de un hangar de la RATP, empresa Aéromates, París, 2017.
Conectar para alimentar mejor – Provisión de alimentos a través de los cursos de agua: entrega de frutas y hortalizas en el barco de la asociación “Marché sur l’eau”, que ofrece a los habitantes de la ciudad la posibilidad de comprar directamente productos frescos cultivados en la región de Île-de-France.
Reinventar las grajas – Inventar granjas colectivas: “Agrocité”, un sitio agrícola y cultural, una microgranja experimental, huertos comunitarios, espacios educativos y una serie de dispositivos experimentales para climatización, recolección de agua de lluvia, producción de energía solar, horticultura hidropónica y fitorremediación.
Cultivar la madera – Construir con madera
Producir con los desechos – Sanear los suelos contaminados a través del cultivo: cultivo de frutillas en jardines colgantes instalados en un viejo basural.
Cultivar el cielo – Criar abejas en la ciudad por Olivier Darné
Cambiar las reglas

Las revelaciones del pasado sugieren que una aglomeración como París –que ha sido cultivada en todas partes según los métodos de agroecología y bajo el impulso técnico de los nuevos especialistas– puede ofrecer un entorno vital que restituya el atractivo de muchos territorios en desuso.

Sí, el espacio existente basta para satisfacer la demanda de alimentos de la capital. Su patrimonio agrícola permite establecer nuevos vínculos entre la ciudad y el campo estructurando la producción, la transformación, la comercialización, la pedagogía, pero también la cultura y la civilidad para una distribución más equitativa de la riqueza. Las granjas de hoy y de mañana, cuya arquitectura y programación deben reinventarse, son las “puertas de acceso” a esta transformación urbana.

1- Ante la urbanización ciega, relacionar el valor de la tierra y el valor agronómico de los suelos.

2- Vincular la práctica y la investigación, movilizar los medios técnicos y promover el conocimiento necesario para la creación de sectores agrícolas metropolitanos y así paliar las dificultades ancestrales del trabajo y el desencanto del comercio.

3- Poner fin colectiva y definitivamente al patrimonio moderno que disocia una naturaleza concebida como un lugar de disfrute y libertad y una agricultura concebida como un espacio de trabajo dedicado a la producción en solitario.

4- Convencer a los funcionarios de la ciudad de integrar los tiempos prolongados de las cosechas para implementar por fin una política urbano-agrícola.

5- Emprender una reforma agraria y urbana capaz de derivar en una deszonificación territorial para enmarcar el hábitat agrícola en los espacios cultivados y en todas las formas de cultura en la ciudad.

Augustin Rosenstiehl

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