Wladimiro Acosta, pionero de la arquitectura bioclimática
Wladimiro Acosta nació en 1900 en Odesa (actual Ucrania) y a los 28 años, luego de vivir en Roma y en Berlín huyendo de la revolución rusa, emigró a Buenos Aires. Acosta estudió ingeniería en Berlín y recibió la influencia del expresionismo y del trabajo del arquitecto Erich Mendelsohn.
Una vez en Buenos Aires, Acosta trabajó junto al arquitecto Alberto Prebisch y luego se volcó a la investigación de una nueva forma de vida vinculada al espacio, el medio ambiente y la relación de la ciudad con su contexto. En aquel tiempo desarrolló una crítica al carácter expresionista de la ciudad, que no parecía contemplar los cambios sociales que una corriente como el modernismo impulsaba en Brasil, donde había vivido temporalmente.
En 1932 Acosta creó el Sistema Helios, utilizando un corte aterrazado con orientación norte, que permitía la protección solar durante el verano y su aprovechamiento en invierno.
La investigación de la arquitecta Florencia Collo que publicamos a continuación, fue presentada en el marco de la Maestría en Ciencias Sustainable Environmental Design de la Architectural Association bajo la tutela de Simos Yannas, y luego presentada en el Congreso PLEA 2017 en Edimburgo. El trabajo busca verificar la teoría de Acosta 86 años después de su creación, utilizando herramientas contemporáneas sobre dos de sus obras construidas en Buenos Aires: la Casa en Villa del Parque (1939) y el edificio sobre la Av. Figueroa Alcorta (1942).
La obra de Wladimiro Acosta es la referencia más cercana que tenemos de arquitectura bioambiental en la ciudad de Buenos Aires. Sin embargo, jamás se corroboraron científicamente sus argumentos ni su obra. Hoy en día la investigación en arquitectura ambiental creció de manera exponencial a través de publicaciones científicas y de software de simulación que permite predecir con precisión las condiciones ambientales y la eficiencia energética de los edificios.
A escala global, esta disciplina tiene sus orígenes a fines de los años 50, cuando los hermanos Olgyay publicaron la primer obra reconocida que trata estos temas Solar Control & Shading Devices (1957). Más tarde en 1963, Victor Olgyay publicó Design With Climate, y recién en 1969 se publicaron obras como House Form and Culture, de Amos Rapoport, y The Architecture of the Well Tempered Environment, de Reyner Banham. Todas estas publicaciones son consideradas fundacionales, ya que tratan estos temas de manera científica por primera vez, si bien de forma parcial y sin considerar todos sus aspectos, y sus autores carecen de obras prácticas holísticas. Wladimiro Acosta publicó Vivienda y Ciudad, con gran parte de su teoría, en 1936. Por lo tanto, desde una perspectiva histórica, Acosta es un pionero absoluto en la disciplina, ya que poseía un nivel de información, metodologías y procesos mucho más avanzados que las primeras publicaciones de los años 50 y 60. No solo teorizó sobre estos temas 20 o 25 años antes, sino que también construyó buena parte de su obra práctica en la década del 40, con conceptos más abarcativos que los propuestos en los tratados iniciales. También es importante considerar que entre 1954 y 1957 Acosta viajó por Estados Unidos para dar conferencias en distintas universidades.
Contexto teórico
Wladimiro Acosta fue un pionero mundial al emplear la meteorología con objetivos arquitectónicos. Cuando llegó a Buenos Aires en 1928, la arquitectura moderna empezaba a divulgarse en el hemisferio sur. Acosta consideraba que la versión latina era una mera copia estilística, inadecuada, y sin fuertes raíces locales. Argumentaba que sus elementos básicos, como “planos lisos por paredes o grandes superficies vidriadas expuestas al sol” eran originalmente respuestas arquitectónicas a sus propias regiones y climas, y que su traslado a Buenos Aires producía edificios “desprovistos de toda defensa frente al asoleamiento intenso del verano, que dura cerca de la mitad del año”.
Describía a la arquitectura moderna como “una nueva relación entre el arquitecto y las condiciones objetivas del tema, incorporando una serie de disciplinas científicas a su trabajo”. Elogiaba la perfección de funcionamiento, que consideraba su característica principal para considerar a un edificio “moderno”. Por otro lado, admiraba los viejos y auténticos edificios coloniales “que con sus gruesos muros de adobe que aislaban del calor exterior, sus profundas galerías, que interponían su sombra protectora del sol directo sus amplias ventanas provistas de rejas, mosquiteros y postigos, daban un ejemplo de eficiencia, de funcionalidad real”, alcanzando un “alto grado de confort y bienestar que ninguna clase de “aire acondicionado” puede llegar a imitar”.
En resumidas cuentas, Acosta decía encontrarse ante la disyuntiva de retroceder a la arquitectura colonial, o repetir la arquitectura moderna. Es decir, un tipo de arquitectura que era adecuada al lugar pero no al tiempo, y un tipo de arquitectura adecuada al tiempo, pero no al lugar. Decidió entonces, seguir un “tercer camino, incierto y azaroso, empezar todo desde el principio, estudiar la geografía física y humana del lugar, sus características, su tecnología, su técnica de construcción, los modos de habitar más autóctonos y encontrar una arquitectura no solo más o menos apropiada a este lugar, sino propia de él. Arquitectura que tuviera sus raíces aquí, que creciera desde el mismo suelo” (Acosta, 1936).
Sus estudios lo llevaron a desarrollar el Sistema Helios, una metodología para operar en el clima de Buenos Aires. Empezó a trabajar en el sistema en 1932, y lo publicó en su libro Vivienda y Ciudad de 1936, unos veinte años antes de Solar Control and Shading Devices de Victor y Aladar Olgyay, quienes son considerados los primeros en retomar conceptos de diseño ambiental de manera moderna y a través de estudios científicos.
Fundamentos del Sistema Helios: el enfoque científico[1]
Los análisis iniciales de clima y confort dan cuenta del enfoque científico, riguroso y holístico con el que Wladimiro Acosta afrontó sus estudios. Contaba con información climática que le proveía la Dirección de Meteorología Nacional y que complementaba a través del contacto directo con el Director Nacional de Climatología, el Dr. Walter Knoche, quien, según Acosta, creó y desarrollo la bio-climatología (ciencia que estudia la reciprocidad entre los seres vivos y el clima).
El clima de Buenos Aires, según Acosta, suele presentar cambios abruptos. Las altas temperaturas del verano , sumadas a la humedad, intensifican la sensación de calor. Por su parte, el invierno es una estación no muy rigurosa, con alta humedad relativa, lo cual agudiza la sensación de frío. La comparación entre la información térmica con la que contaba Acosta y los datos actuales (extraídos de Meteonorm 7.0, estación de Agronomía) confirman la validez y la vigencia del punto de partida. Además, reconoce la predominancia de los vientos noreste, que se verifica en la rosa de viento actual. Sin embargo, Acosta no solo se guiaba con los datos del clima, sino que su comprensión era mucho más abarcativa y consideraba de manera acertada los efectos de su interacción con la ciudad y con el hombre.
En “El clima urbano”, un ensayo donde detalla el concepto de Isla de Calor urbana en Buenos Aires, predijo que la diferencia de temperatura entre el campo y el centro de la ciudad rondaría los 2-3 grados -predicciones basadas en estudios de Goldmerstein y Stodieck, según Acosta- con conceptos similares a que utilizó Gartland en Islas de Calor Urbanas (Gartland, 2008). Este fenómeno recién fue confirmado localmente por Figuerola-Mazzeo en 1997, corroborando la diferencia de entre 2-3 grados de temperatura en promedio. Además, Acosta señaló la importancia de considerar los árboles y espacios verdes dentro de las ciudades para mitigar las islas de calor urbanas, efecto que confirmaron mucho más tarde los estudios que Akbari realizó en Los Ángeles (2001).
Desde el punto de vista de la interacción del clima con el hombre, Acosta indagó en las nociones de confort térmico que se utilizaban en la época, y obtenía información del geofísico Dr. Wladimir Borzacoff, quien tenía una “clara comprensión de los procesos fisiológicos termo-reguladores del hombre y de los determinantes físicos de su sensación de confort climático”. Su entendimiento del confort térmico incluía cómo la temperatura del aire, temperatura radiante, humedad, y movimiento del aire afectan a la sensación térmica y, al mismo tiempo, de qué forma se interrelaciona el cuerpo humano con su entorno a través de los distintos procesos fisiológicos. En su ensayo “La adaptación de la forma arquitectónica al clima, el hombre y su ambiente físico inmediato”, Acosta destaca las interacciones del calor entre el hombre y su entorno y su efecto en el cuerpo humano. Para ello expone los cálculos de Rübner, que determinó las proporciones con que cada proceso contribuye a la regulación térmica: por radiación 44%, convexión 31%, evaporación 20%, y otras causas 5%. Ochenta años después, un arquitecto volvió a estudiar y divulgar este tema como parte de su obra (Iñaki Ábalos, Essays on Thermodynamics and Beauty, pág. 11, 2015). Con estos datos, Acosta entendió cuáles eran los elementos arquitectónicos que afectan al confort humano y de qué manera. También era consciente de la noción de banda de confort y de la escasez de medios para cuantificarla en la época, introduciendo temas que Fanger (primer experto en investigar el confort térmico y la percepción de los ambientes interiores) comenzó a investigar recién treinta cuatro años después (Fanger, 1970), y que Humphreys desarrolló más ampliamente a partir de 1978.
Estudios solares
Acosta sostenía que el problema no consistía en eliminar el sol, sino controlarlo a lo largo del año. A través del posicionamiento geográfico de Buenos Aires (latitud 34°S), derivó la mayoría de los ángulos solares relevantes que informaron su arquitectura. Además, intentó crear una manera de representarlos en dos dimensiones, anticipando los esquemas de Hand que Olgyay mencionó unos 16 años más tarde. Recién en 1981 se estableció la manera actual de efectuar trayectorias solares con diagramas estereográficos (Szokolay, 1981).
Para Acosta, conocer con exactitud la trayectoria solar era esencial para decidir la orientación de un edificio. Anticipó muchos efectos de la física de la construcción contemporánea, como el impacto de la radiación solar, el efecto de la temperatura radiante y las transferencias de calor. Consideraba la contribución solar para el clima de Buenos Aires como “perjudicial durante el verano, ya que suma su efecto al de la atmósfera ya de por sí calurosa; pero beneficioso durante el invierno, por que compensa el frío del ambiente exterior”. Su lógica demuestra un notable entendimiento de las implicaciones físicas. Al reconocer la importancia del control solar, y sabiendo los ángulos correctos en un determinado momento del año, Acosta investigó distintos sistemas de regulación antes de alcanzar el óptimo, que denominó Sistema Helios. Utilizaba los ángulos solares para diseñar, pero también para poner a prueba sus diseños y mostrar el funcionamiento del sistema, anticipando conceptos introducidos por Olgyay en Solar Control & Shading Devicesunos treinta años después.
Acosta reforzó el enfoque científico de su trabajo al llevar a cabo una serie de estudios post-ocupación. No solo visitaba los edificios que construía, sino que además los fotografiaba para confirmar sus cálculos verificando los ángulos solares y el uso que se le daba a los distintos espacios en los diversos momentos del día y del año. Varias publicaciones dan cuenta de estos registros donde, junto a las fotografías más representativas de sus obras, Wladimiro incorpora otras en las cuales sus habitantes accionan los distintos tipos de dispositivos en la envolvente, asumiendo un rol activo en el control del microclima interior.
La arquitectura Helios
La arquitectura Helios es la metodología de diseño que Wladimiro Acosta elaboró teniendo en cuenta el clima, una jerarquización en la toma de decisiones arquitectónicas que seguía criterios bioclimáticos. El concepto “Helios” le otorga importancia primordial a todos los factores relacionados con el efecto del sol. En su ensayo “La adaptación de la forma arquitectónica al clima”, Acosta mencionó los tres puntos más importantes que luego desarrollaría en “La arquitectura Helios”:
- “Una determinada orientación”
El punto de partida es la orientación del edificio, decisión sujeta al acceso solar, captación de brisas y regulación de la humedad. Acosta reconoce que el Norte es la orientación más ventajosa “en virtud del asoleamiento” y la predominancia de los vientos del Noreste. A continuación, marca una diferencia entre el Este y el Oeste. El este recibe el viento predominante y sol durante la mañana, lo que considera “excelente en invierno y tolerable en verano”. Sin embargo, la orientación Oeste debe ser evitada ya que recibe el sol “durante la tarde, cuando la atmósfera ya está caliente”. Acosta se da cuenta entonces que aunque la cantidad de radiación sea pareja en las dos orientaciones a causa de la simetría, la exposición más temprana favorece al Este. Con respecto a la humedad, considera también al Norte como la orientación más beneficiosa, ya que los altos niveles de humedad pueden bajar con el sol.
- “Una determinada conformación arquitectónica, tamaño, forma y modo de funcionamiento de sus aberturas”
Con respecto a las aberturas, Acosta destaca la necesidad de ajustar su tamaño según la orientación para controlar el ingreso del sol, maximizando las aberturas al norte y minimizándolas hacia el sur y el oeste. También reconoce que distintas formas y posiciones pueden modificar la distribución de la luz natural, y subraya que cuanto más alta se encuentra una ventana, más lejos penetra la luz en la habitación. Por último, considerando que las ventanas son el medio de ventilación, sugiere que todas deben tener una parte alta para poder ventilar correctamente, sin que el aire frío llegue a los ocupantes.
- “Medios especiales para control y corrección climática”.
En esta categoría comprende tanto el Sistema Helios como otras oportunidades de adaptación: cortinas, persianas, dispositivos de sombra, etc. El clima de Buenos Aires exige protección solar en determinados momentos del año, para lo cual Acosta propone el “control Helios”, que depende del “cumplimiento de requisitos puramente geométricos”, y no del “material ni estilo del edificio”. Los aleros fijos que llama “losa visera” constituyen los elementos “esenciales” del Sistema Helios. La solución que proponía Wladimiro Acosta consistía en proteger tanto las paredes como las ventanas ya orientadas al norte con una combinación de una ”losa saliente considerable (2m o más), y elevarla a una altura de doble piso (4,50 a 6m)”, y protecciones verticales, “un parante de mampostería dirigido de Norte a Sur, proyecta una sombra que llega a su mínimo cuando el sol está al Norte y al máximo cuando el sol se haya al Este u Oeste”. Las protecciones crean una “antecámara refrescante”, un recinto que proyecta sombra sobre la entrada y los muros. En el caso de que la orientación oeste sea inevitable, para lidiar con el sol “intenso y casi horizontal”, Acosta recomienda distintos tipos de dispositivos, fijos o móviles, que pueden acomodarse a los distintos ángulos y usos sin bloquear las vistas desde las ventanas: losas a 45°, mamparas verticales móviles, porciones del cielorraso que giran, o celosías que bajan. La necesidad de controlar el acceso solar en las superficies vidriadas es evidente desde el punto de vista bioclimático e imperante en el clima de Buenos Aires, lo cual justifica los dispositivos de sombra como elementos esenciales de la arquitectura helios. Con respecto a la sombra de las paredes, Akbari demostró que tanto el color como la sombra pueden disminuir considerablemente el uso del aire acondicionado (Akbari, 2001), algo que confirma la validez de los argumentos de Acosta.
Para verificar el funcionamiento de la losa-visera teórica, se realizaron estudios de máscaras de sombra. En primer lugar, se determinó el período con riesgo de sobrecalentamiento según la metodología de Szokolay, es decir cuando la temperatura promedio es más alta que el mínimo de la banda de confort (Szokolay, 1996). En Buenos Aires, estas condiciones se dan entre diciembre y febrero (el período de verano). Se resaltó este período en la trayectoria solar, que se superpuso con la máscara de sombra del Sistema Helios. Los resultados indicaron que si la ventana de la habitación está orientada al norte (0 grados), el sistema cubre enteramente el periodo de sobrecalentamiento e incluso más, y deja entrar el sol durante el invierno. Los parantes verticales al oeste cubren efectivamente el sol de la tarde durante un período más largo del año. Sin embargo, si la fachada comienza a desviarse, el alero deja pasar el sol cerca del mediodía y cubre temprano a la mañana o a la tardecita, según el sentido durante el invierno. Para que el sistema funcione, la desviación máxima aceptable del norte es de 20 grados.
Acosta pone el bienestar de los usuarios en el centro de sus consideraciones de diseño, teniendo en cuenta todos los aspectos para determinar una metodología de intervención para Buenos Aires. Su teoría es del todo comparable con el enfoque contemporáneo de diseño ambiental.
Aplicación del sistema: dos casos de estudio
El diseño y la aplicación del sistema se verificaron en dos casos de estudio: la Casa en Villa del Parque (1939), ubicada en Melincué 2756, de perímetro libre, y la Casa de Rentas, el único edificio de Acosta construido en altura, en la Avenida Figueroa Alcorta 3024. La evaluación del control solar se llevó a cabo según los parámetros descriptos por Kuhn (2000): a través de la capacidad del sistema de limitar las cargas solares (análisis de radiación solar) y la protección de la radiación directa (análisis de sombras).
Caso de estudio 1: Casa en Villa del Parque
La casa Helios en Villa del Parque (1939) ocupa un lote doble con orientación noroeste y pocos condicionantes. La propuesta fue diseñada enteramente según principios de diseño bioambiental.
La distribución del programa funcional se concibió para optimizar el confort interior. Las funciones principales de la casa se encuentran en la planta baja, donde el contacto con la tierra estabiliza la temperatura interior, y se dirige el Sistema Helios. En la planta alta, menos protegida, se encuentran las funciones de servicio junto a un solarium que se beneficia de la exposición de este nivel al sol. Los dormitorios, el comedor y el estar diario dan al Noreste, orientación que Acosta consideraba óptima, con grandes ventanales mirando al jardín; mientras que los baños, guardado, cocina, lavadero, y garaje protegen a las habitaciones principales de la exposición al sur. De esta manera, logra que las habitaciones principales se beneficien del sol y vientos predominantes, y no pierdan demasiado calor hacia el sur.
El tamaño de las ventanas se ajusta al sistema. Las fachadas orientadas a los cuadrantes norte tienen una proporción de ventana / pared que es mucho mayor (20-28%) a la de las fachadas que dan al sur (6-9%). Las ventanas al norte son grandes y están protegidas, mientras que las ventanas al sur tienen un tamaño mínimo para luz y ventilación natural, y no están protegidas. Además, la vivienda cuenta con un amplio espectro de “oportunidades de adaptación”, es decir, mecanismos que permiten al usuario adaptar la envolvente a sus necesidades de confort: persianas, cortinas interiores y una banderola para ventilación. Las ventanas que dan al suroeste son chicas y sin protección, destinadas a bridar solamente luz y ventilación natural.
Con respecto al control solar, Acosta afirmaba “En este caso en particular, el sistema Helios es necesario para asegurar el confort térmico, ya que el frente del lote está orientado al Noroeste, orientación que presenta serios inconvenientes de sol intenso durante toda la tarde y el calor consecutivo, durante la mitad del año”. En este caso, el Sistema Helios se aplicó tal como su metodología lo indica: en la fachada noroeste, el alero se eleva a 5,75m del suelo y mide 2,00m de profundidad, protegiendo a los ventanales del estar en esa orientación. En la fachada noreste, sin embargo, Acosta consideraba que era necesaria menos protección: el alero también está a 5,75m, pero mide solo 1,20m de profundidad.
Tanto la comparación entre los estudios solares de Acosta con las simulaciones contemporáneas, como las fotografías que tomó dan cuenta de que podía predecir exactamente la posición del sol a una determinada hora y diseñar con este dato para regular el ambiente térmico interior. Sin embargo, los estudios y las máscaras de sombra indican que los tamaños de los aleros no son suficientes para proteger las ventanas de la radiación directa. En verano, el sol empieza a dar en el interior a partir de las 14, y la “antecámara refrescante” solo está en sombra durante las mañanas de verano. Como predecía la sección anterior, la desviación del norte es mayor a 20 grados, y el alero deja la ventana desprotegida durante demasiado tiempo (horas de sobrecalentamiento). Con respecto a la carga solar, los resultados confirman que todas las ventanas permanecen demasiado expuestas y el sistema de sombra no reduce de manera significativa la cantidad de radiación solar que llega a las ventanas: de 320 a 280 KWh/m2 en promedio. Para mitigar el efecto del sol sin sacrificar la vista desde las ventanas, Acosta ubicó árboles que daban sombra en las ventanas una vez que el sistema dejaba de funcionar. Esta consideración quedó registrada en las fotografías que tomó a distintas horas de la fachada del frente. Es decir, por más que el funcionamiento del Sistema Helios en sí no es efectivo en este caso, el diseño total sí funciona ya que incorpora el efecto de la vegetación.
Caso de estudio 2: Casa de Rentas
La Casa de Renta sobre la avenida Figueroa Alcorta fue el único edificio en altura construido por Acosta (1943). Tuvo la oportunidad de elegir el terreno, y lo hizo especialmente por su orientación nor-noreste (desviación de 30 grados del norte) y porque estaba rodeado de grandes parques que permanecen aún hoy.
En este caso, el diseño también optimiza las condiciones para el confort de los usuarios. La planta típica es asimétrica, en forma de T, y cubre menos de 2/3 del terreno, agrupando el cuerpo del edificio sobre la medianera noroeste y abriendo el patio más grande en el cuadrante noreste. Así, las salas de estar y dormitorios miran hacia el noreste con grandes ventanales y profundos balcones. El estar principal atraviesa el terreno en sentido transversal, con vistas hacia los dos parques. Las salas de estar secundarias están orientadas al Sureste, y ubicadas en el centro, protegidas por el resto de las habitaciones. Los servicios -baños, cocina, lavaderos, circulación, palieres- están orientadas al Suroeste y Noroeste, y protegen a las habitaciones principales tanto sol de la tarde como de la pérdida de calor.
El tamaño de las ventanas está calibrado según los principios de su Arquitectura Helios y el contexto. Las aberturas son máximas en el cuadrante NE, con un 72% de ratio ventana/muro, mientras que las fachadas al SE poseen solo 14% de ratio ventana/muro. La orientación SO tiene una proporción de ventanas más grande de los esperable (56%) para permitir la vista a la plaza Chile. En este caso, los balcones profundos (2,2m de ancho) funcionan como adaptación del Sistema Helios y garantizan el control solar. Todas las habitaciones tienen ventilación cruzada para los meses de verano, ya que las ventanas se abren al 50% (mínimo) y al sistema de paneles que permite abrir el departamento por completo. Para la ventilación de invierno, todas las ventanas cuentan con banderolas que se abren de manera independiente. Los dormitorios tienen persianas para mayor aislación durante la noche, y las salas de estar un sistema operable de persianas venecianas. Acosta cuidó todos los medios para que los usuarios pudieran regular su ambiente térmico interior. Ponía tal énfasis en estos dispositivos que mostraba fotos especiales de estos detalles en sus publicaciones.
La incorporación del balcón, con una altura de locales de 3m, funciona como la adaptación de la visera del sistema helios en un entorno de alta densidad. Los estudios de sombras demuestran que el tamaño del balcón fue calibrado perfectamente. Durante el período cálido, el sol no llega casi nunca al balcón, y las ventanas quedan completamente protegidas, previniendo que el interior se sobrecaliente. Durante el período invernal, el sol llega tanto al balcón como a las ventanas y al interior, aumentando la ganancia de calor y por lo tanto la temperatura interior. En primavera y otoño, los rayos del sol llegan al balcón, pero no a la superficie vidriada: previenen al interior de la ganancia excesiva de calor y crean un espacio exterior agradable. Las máscaras de sombra prueban que el interior del edificio está considerablemente protegido. Las ventanas de la fachada solo reciben sol durante las horas de sobrecalentamiento temprano en la mañana, lo cual no pone en riesgo el confort térmico interior; aunque, por otro lado, el sol también está cubierto durante el invierno. Los resultados de los análisis de carga solar confirman la pertinencia de los aleros por su contribución significativa en la reducción de la radiación solar: de 280 a 80 KWh/m2.
A pesar de que Acosta trabajó con más restricciones a causa de la alta densidad, que consideraba perjudicial para el confort de los ocupantes, logró generar condiciones ambientales privilegiadas con solo aplicar criterios de diseño. Todos los aspectos de la vivienda fueron diseñados con cuidado para incidir en el confort interior. El rendimiento del Sistema Helios adaptado es óptimo, y las oportunidades de adaptación provistas son máximas.
Wladimiro Acosta revalorizó las formas de habitar características de la región a partir de la arquitectura colonial. Sin embargo, su contribución más significativa fue el abordaje del clima y el confort como herramientas científicas que podían informar sus diseños. Desarrolló su teoría en la década del 30, y sus alcances aún siguen vigentes. Todos sus estudios meteorológicos, solares y de confort son de gran utilidad y están brevemente explicados para que una audiencia variada pueda comprenderlos. La identificación de un sistema de dispositivos de sombra como el elemento clave de diseño en el clima porteño es fundamental como punto de partida. Los principios del Sistema Helios para Buenos Aires son rigurosos y adecuados como guía. Los dos casos de estudio confirman que la aplicación del sistema era precisa y abarcativa de todos los aspectos del diseño bioambiental, tal como lo entendemos hoy. Sin embargo, el sistema no puede aplicarse de manera directa cuando la orientación de los aventanamientos considerados está rotada a más de 20 grados del norte, ya que la eficiencia del sistema disminuye notablemente. Al comparar los dos casos, el edificio de Figueroa Alcorta muestra un mejor rendimiento dada la menor desviación del Norte.
La profundidad y la exactitud con las que Acosta abordó el diseño ambiental hacen de él un pionero dentro de la perspectiva histórica del campo, y uno de los arquitectos más completos en el tratamiento de estos temas. Estudió las interacciones entre el clima, la arquitectura y el ser humano, de qué modo cada uno modifica a los otros, a través de qué elementos y en qué proporciones. La Arquitectura Helios es el resultado de estudios profundos, rigurosos y acertados del habitar en Buenos Aires, y está concebida con un enfoque holístico del diseño ambiental, que va mucho más allá de la losa-visera. Sus argumentos son sólidos y la metodología completa sigue siendo vigente como punto de partida para el diseño ambiental en Buenos Aires.
[1]Esta investigación revisa tanto la teoría como la aplicación de los conceptos utilizados por Acosta. Sus principios teóricos se contrarrestaron con autores contemporáneos, y su aplicación se validó a través de simulaciones comparando sus intenciones con el rendimiento real. Las simulaciones de radiación solar, máscaras de sombra, y estudios de sombra fueron realizados con Ladybug para Grasshopper.
La investigación “Wladimiro Acosta, pionero de la arquitectura bioclimática” fue publicada originalmente en PLOT 42.
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