Capot
La instalación se centra en los usos particulares que le damos a los autos una vez estacionados. En ese estado de quietud, cuando los autos abandonan el dominio de las calles y se convierten en un simple elemento estático del paisaje urbano, descubrimos que de manera natural surgen innumerables apropiaciones mágicas, propias de la vida cotidiana.
En algún momento de nuestras vidas, todos usamos un capot como asiento para esperar a que alguien salga de un recital, como mesa para picar y tomar algo al paso o de apoyo para romper el ritmo de la calle y apoyarnos para textear tranquilos. Algunos, más soñadores, usan los capots aún calientes para tirarse a ver las estrellas, chapar, intimar y quizá dormir un rato.
Capot se compone de todos esos momentos que nutren a los objetos de vivencias e historias y los transforman para darle una segunda vida.
Sus noventa y cinco capots se estructuran en el centro del festival como un faro que promueve el encuentro, dándole un soporte a la reunión, un espacio al intercambio entre desconocidos, a la vez que propone un lugar de descanso entre conciertos, o simplemente devenir en el lugar predilecto para el rancheo en un fin de semana mágico.
El proyecto busca explorar el potencial formal del catálogo de partes que componen un automóvil y permite que sea reinterpretado y utilizado de nuevas maneras. Así, se establecen relaciones innovadoras entre el diseño, la industria y, principalmente, los potenciales usuarios.
El diseño de la instalación incorpora conceptos de bajo impacto ambiental, permitiendo que la mayoría de los recursos utilizados, incluidos los capots, vuelvan a su lugar de origen en la cadena productiva.
Esto reduce al mínimo la fabricación de piezas específicas para la obra y el uso excesivo de recursos necesarios para su producción. De esta manera, garantizamos que los esfuerzos necesarios para producir lo efímero no repercutan en las condiciones de lo eterno.