Casa Transparente
En un pequeño lote sobre la costa uruguaya del Balneario Buenos Aires, a quince kilómetros de Punta del Este, decidimos construir una casa donde criar un hijo y formar una familia. Una casa para el mejor momento de la vida.
Anticipándonos al movimiento migratorio de la gran ciudad a los suburbios costeros ligado a la pandemia, la cercanía al mar fue el contexto ideal donde experimentar de primera mano con conceptos sobre la arquitectura doméstica en los que ya veníamos trabajando.
La necesidad de acortar los tiempos de obra al máximo para tener un “techo” lo antes posible, sumada a un presupuestoacotado, podrían haber sido limitantes a la hora de proyectar. Sin embargo, sirvieron como disparadores para definir estrategias de proyecto que nos permitieran construir un hogar cuya superficie total no se percibiera como la de un monoambiente situado en cualquiera de las dos capitales sobre el Río de La Plata.
Un conjunto de pequeñas decisiones proyectuales permitieron maximizar la continuidad espacial y circulatoria interior y, al mismo tiempo, desdibujar completamente el límite visual con el entorno. La disposición del núcleo sanitario se despega tanto de las fachadas como de la cubierta de la casa para favorecer la circulación a su alrededor.
Constructivamente, a excepción del basamento, la obra fue realizada íntegramente en madera, combinando el uso de especies de diversa dureza, textura y tratamiento superficial. El esqueleto principal es de eucalipto multilaminado y se fabricó a medida en un taller. Asimismo, los cortes realizados en obra fueron solo los necesarios para confeccionar los encastres entre piezas, lo que redujo considerablemente el desperdicio de material y acortó los tiempos de construcción.
Casi toda la casa está revestida en paneles de vidrio: la estructura y todas sus piezas se encuentran completamente expuestas. De esta manera, el sistema constructivo y su propia lógica de composición se transforman en lenguaje.
En verano, la disposición estratégica de las ventanas de abrir en las cuatro fachadas permiten la ventilación cruzada interior gracias a la brisa oceánica. Durante el invierno, en cambio, la envolvente de doble vidriado absorbe la radiación solar y mantiene el calor a lo largo del día, lo que ayuda a reducir los costos energéticos para calefaccionar el ambiente.—
Delfina Riverti, Franco Riccheri
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