Casa São João da Boa Vista

“Habitar, estar en paz, significa permanecer en paz dentro de la esfera libre que salvaguarda cada cosa en su naturaleza. El carácter fundamental de la vivienda es este ahorro y preservación. Impregna la vivienda en toda su extensión. Ese rango se nos revela en cuanto reflexionamos que el ser humano consiste en habitar y, más aún, habitar en el sentido de la estancia de los mortales sobre la tierra.”

Martin Heidegger, Construir, habitar, pensar (1951)

El proyecto de la Casa São João da Boa Vista nació de la reflexión sobre lo íntimo y lo particular de cada proyecto residencial, guiado por el contexto de un terreno compartido. El terreno, remanente de una antigua granja, se ha ido desmembrado con el paso del tiempo y se incorporó a la ciudad. En el mismo lote y no muy lejos de la nueva construcción se encuentra una antigua casa donde aún residen los padres de los clientes. La convivencia de las viviendas, al tiempo que brindaba privacidad a los núcleos familiares, era también un problema a resolver por el proyecto.

Repartidos por el sitio, los volúmenes inflexos y sus conexiones se despliegan alrededor de un paisaje interno, el patio central, hacia el cual giran y se abren todos los elementos que estructuran el programa. Así, la implantación del patio envuelto por el cuerpo de la casa protege, el desarrollo de la vida.

Externamente, la horizontalidad de los volúmenes se ve interceptada por la verticalidad de los troncos de los árboles, mientras que en los espacios interiores las marquesinas están enmarcadas por altas ventanas. Los volúmenes fueron construidos con materia prima ordinaria (bloque cerámico encalado y ladrillo) y se anclaron al suelo a través de vigas de hormigón, que sobresalen a lo largo de la cimentación como zócalos altos y reciben los diferentes niveles. Por otro lado, los muros de piedra aparecen como elementos que organizan la topografía mientras delimitan los otros dos espacios libres (también patios).

Si bien el programa fue fragmentado y distribuido en cinco volúmenes diferentes, el tratamiento no jerárquico de los espacios les aporta integración visual. El estar, el comedor, la cocina, el área de servicio, la oficina y los dormitorios tienen la misma terminación: pintura blanca (en los planos verticales), y cemento alisado y madera (en los planos horizontales).

Al mismo tiempo, existe una continuidad de lectura espacial en las cubiertas inclinadas que revelan el esqueleto de madera que sostiene las tejas tipo pizarra. Debido al clima cálido, la estratificación de la cubierta reduce la incidencia solar y aumenta la inercia térmica de la casa, al igual que los muros dobles con hileras de ladrillos a 45° que dan sombra a sus caras exteriores.

Un espacio entre los techos de los volúmenes principales da paso a la viga-canalón de hormigón, que atraviesa todo el espacio. En contraste con la solidez que caracteriza a la casa, el elemento de doce metros de largo por dos metros de alto parece flotar a una altura de 2,10 metros del suelo.

No obstante, además de cumplir con aspectos estructurales, funcionales y estéticos, el canalón-viga es un elemento simbólico que expresa y sintetiza las premisas del proyecto. Su proyección delimita un paseo que configura dos ingresos y salidas en ambos extremos: una que conduce del entorno urbano a la intimidad de los interiores, y otra que conecta la nueva construcción con la antigua casa preexistente.—

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